16 feb 2014

EL COLOR DE LOS PERROS MESOAMERICANOS.

FUENTES HISTÓRICAS.

Por: Marco Antonio Hernández Escampa-Abarca

          Las fuentes históricas brindan información para aproximarse al color de los perros mesoamericanos. Resulta razonable proponer que el xoloitzcuintle (con pelo y sin pelo) como subconjunto poblacional pudo compartir, en gran parte o en su totalidad, la paleta cromática del resto de los perros de la región. La iconografía prehispánica muestra que los perros fueron representados en los códices mostrando una gama de colores que incluye el blanco, el rojo, el amarillo, el negro y sobre todo el perro blanco con manchas negras.  De hecho, se ha llegado a afirmar que para efectos simbólicos, el perro era el animal manchado por excelencia, tanto en el Altiplano como en el área Maya. Entre los mayas, el signo “Oc” (perro) simplemente consiste en un esbozo de orejas y una mancha. Tales manchas en algunos casos poseen significados celestes (Seler, 2008: 40-63):


“Debido a su importancia práctica, ritual y mitológica, en los manuscritos con frecuencia encontramos representado al perro. En los códices mexicanos el perro generalmente está pintado de blanco con grandes manchas negras. También aparece solamente de blanco…asimismo solo de negro. En la mayoría de los casos está presente una gran mancha negra en la zona alrededor del ojo. [Otras veces las figuras] están en amarillo o bermellón [o] completamente en rojo….En el códice Nutall la mancha negra sobre el ojo a veces lleva manchas blancas circulares sobre el fondo negro. En este caso se trata del cicitlallo, o pintura del cielo estrellado, el símbolo del cielo estrellado o de la noche.” (Seler, 2008: 42)


     Las primeras referencias europeas sobre los perros americanos son simples menciones acerca de los perros caribeños. Estos perros fueron trasladados a las islas provenientes del continente y de ahí su representatividad.


      En el segundo viaje de Colón se embarcó el Doctor Diego Álvarez Chanca, sevillano, quien  a finales de 1493 o inicios de 1494 escribió desde La Española  una carta-relación dirigida al Cabildo de Sevilla. De este autor se conoce el siguiente pasaje referente a la llegada a Haití tras haber explorado otras islas incluyendo Puerto Rico:


     “Es tierra muy singular, donde hay infinitos ríos grandes e sierras grandes e grandes valles rasos, grandes montañas; sospecho que nunca se secan las yerbas en todo el año. Non creo que hay invierno ninguno en esta nin en las otras porque por Navidad se fallan muchos nidos de aves, dellas con pájaros e dellas con huevos. En ella ni en las otras nunca se ha visto animal de cuatro pies, salvo algunos perros de todos colores, como en nuestra patria, la hechura como unos gosques grandes; de animales salvajes, no hay…”  (Álvarez Chanca, 1973:51)


     Este testimonio posee gran relevancia porque posiblemente se trate de la primera nota sobre el color de los perros americanos, en un momento en el que cualquier influencia de perros introducidos desde Europa aún resulta despreciable. Si bien no contiene un listado explícito, queda patente una diversidad cromática comparable a la del Viejo Mundo. Lo dicho sustenta la premisa de que varios, sino es que todos, los colores del manto canino estaban presentes en América desde tiempos muy remotos. 


    Posteriormente, en el libro titulado “Primer Viaje de Felipe el Hermoso a España en 1501”, publicado por primera vez en 1876 (Zalama, 2006),  Antonio de Lalaing, relata  que le enseñaron como curiosidades de las Indias Occidentales, a Juana de Castilla y Felipe I, el Hermoso:


“… dos cosas muy nuevas, la una fue un perro completamente negro que no tenía ningún pelo y alargaba su hocico según la forma de una negra; la otra un papagayo verde…” (Lalaing, 1952, en Weiss, 1970).


     Como es ampliamente conocido, el tercer viaje de Colón (1498-1500) también incluyó contacto con las costas del norte de América del Sur (Venezuela). No sería sino hasta el cuarto viaje (1502-1503) que se tocaría la costa caribeña de Centroamérica, pero nunca las costas de México De acuerdo a las fechas consideradas, este primer perro negro y pelón en Europa debió arribar  a España procedente sea de las Antillas o bien de América del Sur.


     Años después, Fray Bernardino de Sahagún en su obra titulada Historia General de las Cosas de la Nueva España (1547-1577), en el Libro Undécimo titulado “De las propiedades de los animales, aves, peces, árboles, hierbas, flores, metales y piedras, y de los colores” relata:


     “50.- Los perros de esta tierra tienen cuatro nombres: llámanse chichi, itzcuintli, xochiocóyotl y tetlamin y también teúitzotl. Son de diversos colores, hay unos negros, otros blancos, otros cenicientos, otros buros, otros castaños oscuros, otros morenos, otros pardos y otros manchados. (Sahagún, 1992:628 )


Nuevamente se insiste en pelajes de diversos colores en toda la gama posible desde el negro hasta el blanco, incluidos los perros manchados. Además las ilustraciones muestran perros diversos incluido uno interpretado como “golondrino  (Blank, 2006)

 A continuación, en el Apéndice del Tercer Libro, Sahagún relata el mito del cruce del río en el Inframundo y de nuevo se mencionan algunos colores de pelaje, ya que contrariamente a la versión popular, son perros con pelo los implicados en este pasaje: 


23.- Por esta causa los naturales solían tener y criar los perritos, para este efecto; y más decían, que los perros de pelo blanco y negro no podían nadar y pasar el río, porque dizque decía el perro de pelo blanco: yo me lavé; y el perro de pelo negro decía: yo me he manchado de color prieto, y por eso no puedo pasaros. Solamente el perro de pelo bermejo podía bien pasar a cuestas a los difuntos, y así en este lugar del infierno que se llama Chiconaumictlan, se acababan y fenecían los difuntos. (Sahagún, 1992: 206-207)

    
     Por su parte, Francisco Hernández de Toledo en su calidad de “protomédico  general de nuestras Indias, islas y tierra firme del mar Océano”  desembarcó en Veracruz en 1571 y realizó trabajo de campo hasta 1574, con la finalidad de estudiar la flora nativa y sus usos medicinales, así como la fauna. En su Historia natural de Nueva España se toca el tema de los perros y menciona el color para formas caninas:


     “…El primero, llamado Xoloitzcuintli, supera a los otros en tamaño, que es por lo general de más de tres codos, y tiene la peculiaridad de no estar cubierto de pelo, sino de una piel suave y lisa  manchada de leonado y azul. El segundo es parecido a los perros malteses, manchado de blanco, negro y leonado, pero giboso, con cierta curiosa y graciosa deformidad, y con la cabeza como saliéndole de los hombros mismos; suelen llamarle mechoacanense por la región donde nace.(Hernández,1999: 152-153)


     Por lo tanto, el texto hace referencia a los perros desnudos manchados en dos colores y se describe claramente un perro con tres colores en su pelaje. Ya en el siglo XVIII y basándose en Hernández, el jesuita Francisco Saverio Clavigero (Clavigero, 1826:33-43) expone una serie de cuadrúpedos varios entre los que se menciona al Joloitzcuintli y otros “perros”, nuevamente tricolores:


“…El primero [itzcuintepotzotli], cuyo nombre significa, perro jorobado, era del tamaño de un perro maltés, y tenía la piel manchada de blanco, leonado y negro. La cabeza era pequeña, con respecto al cuerpo, y parecía unida íntimamente a este, por ser el pescuezo grueso, y corto. Tenia la mirada suave, las orejas bajas, la nariz con una prominencia considerable enmedio, y la cola tan pequeña que apenas le llegaba a media pierna : pero lo mas singular en él, era una joroba que le cogía desde el cuello hasta el cuarto trasero. El pais en que mas abundaba este cuadrúpedo era el reino de Michuacan, donde se llamaba ahora…El Joloitzcuintli, es mayor que los dos precedentes, pues en algunos individuos el cuerpo tiene mas de cuatro pies de largo. Tiene las orejas derechas, el cuello grueso, y la cola larga. Lo mas singular de este animal es estar enteramente privado de pelo ; pues solo tiene sobre el hocico algunas cerdas largas, y retorcidas. Todo su cuerpo está cubierto de una piel lisa, blanda, de color de ceniza, pero manchada en parte de negro y leonado…” (Clavigero, 1826: 40-41)


     También durante el siglo XVIII, en su famosa obra Systema Naturae Carlos Linneo sentó las bases para una taxonomía científica moderna utilizando el sistema binomial. En la duodécima edición de esta obra, se incluye la descripción del Canis mexicanus que abarca el término Xoloitzcuintli y se describe en latín a esta “especie”  como: “Corpus cinereum fascis fuscis. Maculae fulvae in fronte collo, pectore, ventre, cauda”, es decir con: Cuerpo gris marrón, compacto. Manchas de color amarillo en la frente, el cuello pecho, vientre y cola. (Linné, 1776:56-60). Cabe mencionar que esta denominación ahora resulta obsoleta y el xoloitzcuintle actualmente se clasifica como una raza más dentro de la especie Canis lupus familiaris, es decir, el perro doméstico.


     Como conclusión es posible afirmar que los perros mesoamericanos históricamente han presentado una gama muy amplia de colores que incluye colores sólidos así como manchados en dos y hasta tres colores, tanto en pelaje como en piel. Los perros manchados además de haber sido representados y mencionados en diversas épocas tienen significado cultural, en especial por el énfasis registrado en los códices. Lo mismo puede decirse de los perros negros, rojos y blancos mencionados en los mitos, ya que estos colores se relacionan con los rumbos en la cosmovisión antigua. Si bien a partir del siglo XVI las poblaciones caninas mesoamericanas se han enriquecido genéticamente con aportaciones de otros continentes, la diversidad cromática les es inherente y no es necesario recurrir a dichas fuentes externas para explicar su variabilidad genética.